viernes, 17 de abril de 2015

Causas del buen rendimiento académico: resumen de corrientes científicas

¿Por qué algunos estudiantes destacan en la escuela, mientras que la mayoría de sus compañeros obtienen resultados medios por debajo de los mismos? ¿Cuáles son los orígenes de la “excelencia en las materias escolares”, también llamada “talento ácadémico”? ¿El buen estudiante nace o se hace? Pues si preguntásemos a varios padres, profesores, jefes de estudio o directores de centros académicos o a los propios alumnos, cada uno nos daría una opinión.

Cuando hablaba con los padres de adolescentes con malas notas, en mi etapa docente, algunos le echaban la culpa al niño, al colegio o a ambos. Algunas veces oía  frases como “yo ya tengo suficiente con traer el pan a la casa” o “es que tiene que salir de él”. Son estas y otras consideraciones las que hacen atractivo el “tema del talento escolar”

Las causas del talento ha sido objeto de estudio desde tiempos inmemoriales y por las principales instituciones académicas y científicas.  Los estudios y corrientes de investigación más importantes las identifican en uno o varios de los siguientes puntos:

  • La calidad del entorno familiar y el apoyo.
  •  La calidad del ámbito escolar referida, sobre todo, a lo que se hace en el aula.
  • El tiempo dedicado a la tarea por el alumno. En palabras de Ericsson (2002) y Gladwell (2008), las 10.000 horas de “práctica deliberada” que llevan a convertir a casi cualquier niño en un experto.
  • Para otros, como Goleman (2013) la clave de la excelencia está en “focalizar la atención” y en  el dominio de uno mismo. Se trata de concentrarse en la tarea y realizarla, pasando por alto  “los cantos de sirena” para retrasarla, no hacerla o hacerla con mediocridad, dedicándole un tiempo desproporcionado".
  • Para Duckworth, Peterson, Matthews y Kelly (2007) las principales claves del éxito son la “determinación, la perseverancia y la constancia”.
  • Von Stumm, Infierno y Chamorro-Premuzic (2011) señalan a  la “motivación intrínseca”, que es aquella que lleva a actuar sin que existan incentivos externos, y a la curiosidad intelectual, como causantes de la excelencia académica.
  • Otro grupo de estudiosos señala que los estudiantes de éxito disponen de una mayor aptitud cognitiva que el resto. En esa aptitud incluiríamos procesos tales como la atención, el razonamiento, la memoria, la comprensión, la resolución de problemas, la toma de decisiones y el procesamiento del lenguaje.
  • Por último hay autores, como François Gagné, que defienden la pluricausalidad del éxito académico. Para ellos son varias las causas que interactúan para conseguirlo.


Pues bien, parece que es el propio niño y su entorno (escolar, familiar y social) los causantes del talento académico, en procesos de construcción de competencias que tienen lugar en el día a día del niño en casa, en el colegio y en la calle.

Después de leer algunas teorías sobre la inteligencia como la de Adrian Owen , sobre los doce pilares de la inteligencia, o la de Howard gardner sobre las Inteligencias Múltiples, ...parece que cosas como generar en el niño unos hábitos de trabajo constantes, desde pequeño, ayudarles a ser ordenados, dejarles hacer tareas y resolver problemas adecuados a su edad, enseñarles a planificar su día, promover el respeto a determinadas rutinas (sueño, alimentación...), controlar la tarea en los primeros años de colegio, ...van ayudando al niño a alcanzar su NIVEL ÓPTIMO DE TALENTO. 

Termino, como siempre, con un pensamiento. En esta ocasión de dos psicólogos, Treffinger y Feldhusen: 

"...los talentos emergen y crecen evolutivamente, y para algunos no llegan a emerger porque no se produce una adecuada estimulación en la escuela y la familia. Es imperativo que todos los que trabajan con jóvenes vean los talentos y potencialidades como algo educable y emergente, y no como algo fijo e inmutable"

José Antonio de la Hoz

jueves, 16 de abril de 2015

¿Hay una forma inteligente de querer a los hijos?

El ser humano tiene capacidad de amar y necesita aplicarla a algo o alguien porque le resulta imposible no querer. Mientras vivimos vamos eligiendo  a qué y a quién queremos y esa elección tiene consecuencias para nosotros mismos y lo querido, ya sea persona o cosa.  A título de ejemplo, no genera los mismos efectos la lectura habitual de un buen libro  que el consumo frecuente de alcohol; como tampoco tiene las mismas consecuencias querer a una persona por lo que se recibe de ella, que el amor desinteresado, aunque solo sea por aquello de que “hay más alegría en dar que en recibir”.

Una vez hecha esta introducción me interesa pararme en el amor de los padres a los hijos. Es un amor necesario para el correcto desarrollo de la persona, como hemos visto en otras entradas de este blog  (véase http://goo.gl/4rAlk7 ), pero un amor no pasado por el tamiz de la razón puede ser pernicioso, para los padres y para los hijos.

La mejor forma que tiene una madre o un padre de manifestar su amor a los retoños es desearles lo mejor, ayudarles a conseguir las capacidades, competencias, hábitos y habilidades que les ayuden a construir una vida de calidad, para ellos mismos y para los que estén en su entorno. Que puedan elegir su futuro con el menor número de condicionantes  internos posible. A esto le llamo  AMOR A LARGO PLAZO, por contraposición al AMOR A CORTO PLAZO que proporciona una felicidad momentánea, pobre, pasajera, que produce un arraigo más o menos fuerte a las propias debilidades, que genera dependencias físicas o emocionales o que mutila para hacer frente  -con ciertas garantías de éxito-  a los retos que siempre planteará la vida.

Soy muy amigo de la aventura y veo, si puedo, aquellos programas de televisión con esta temática. No hace mucho una conocida humorista era la protagonista de uno de ellos. A lo largo de varios días tuvo que recorrer algunos kilómetros a pie, remar en kayak, dormir en una tienda de campaña varias noches , para luego poder disfrutar de bellísimos paisajes, ver osos, gozar observando majestuosos glaciares, ríos y lagos, etc. Pero para lo segundo hacía falta cansarse remando y corriendo, adquirir una mínima condición física, soportar algo de frío, etc. Al final del programa estaba feliz y entendió perfectamente que su pereza y comodidad podía llevarle a no poder realizar elecciones maravillosas. Se despidió agradecida, habiendo aprendido la lección y con la siguiente frase, dirigida al conductor del programa, que es un conocido aventurero:  “no solo has cambiado mi vida sino la de mi familia”, dando a entender que aumentaría el nivel de exigencia a sus hijos, para que pudieran ampliar su abanico de posibilidades y, con ello, ser más felices.

Pues bien, el AMOR A LARGO PLAZO  es aquel que lleva a los padres, en el día a día, a pensar en las consecuencias de sus decisiones sobre la educación y la felicidad de sus hijos, que no serán otras que su mayor o menor capacidad  de elegir metas, su mayor o menor autonomía, la cantidad y calidad de  hábitos, competencias, capacidades y habilidades adquiridos en su proceso de formación, etc. Hay que revisar, a título de ejemplo, los caprichos innecesarios que concedemos a los hijos en el día a día, dónde ponemos el listón de la exigencia, porque ellos querrán bajarlo siempre, incapaces de valorar que estás buscando su felicidad. Ellos solo valoran el corto plazo, aunque pasados los años se acuerden, para bien o para mal, de cómo los educastes. Es la historia de siempre.

Me da pena ver a algunos padres de adolescentes que, desde que estos eran niños:
  • Le llevan el desayuno a la cama 
  • Les dejan que se queden en la cama al menor contratiempo
  • Ceden fácilmente ante su llanto caprichoso o ante cualquier chantaje emocional
  • Se ponen siempre de su parte sin contrastar datos
  • No les exigen, desde pequeños, un horario de trabajo.
  • Hacen poco o nada por controlar sus impulsos
  • Le retiran la comida que no les gusta para cambiársela por otra, etc

Creo que el mensaje está claro, pero quiero terminar con una situación real, muy gráfica,  que se produjo en la Universidad de Berkeley a final de los años 40. Seleccionaron a 92 niños de  3 y 4 años y los metieron en un aula; un profesor le dio  a cada niño una chocolatina con la promesa de darle otra más si no se la había comido mientras se ausentaba un tiempo. Sale de la clase y cuando vuelve unos se la habían engullido y otros no. Estos niños fueron  estudiados 50 años después y, resumiendo,  se obtuvieron los siguientes datos, entre otros: el 80% de los que no se comieron la chocolatina tenían cargos de responsabilidad y la tasa de divorcios era cuatro veces mayor entre los que se comieron la chocolatina.

La pregunta es ¿cuántas “chocolatinas”, sin criterio, no asociadas a ningún esfuerzo o merito , les das a tus hijos cada día? Pues eso, cuando tomes decisiones que les afectan PIENSA EN EL MODELO DE PERSONA QUE ESTAS CREANDO. Elabora CRITERIOS, consensuados con tu cónyuge, adaptados a su edad y que les ayuden a crecer como personas. Todo ello bien compaginado con manifestaciones habituales de cariño y afecto.

Termino, como siempre, con dos pensamientos, uno de José Antonio Marina, filósofo y pensador :  “Debemos proponer al niño metas asequibles, que pueda conseguir, pero difíciles, para que sientan la emoción de tener éxito” . La otra de Angela Lee Duckworth (investigadora de la Universidad de  Pensilvania): “El rasgo de personalidad de las personas que llegan lejos en la vida, es la DETERMINACIÓN”

José Antonio de la Hoz


miércoles, 8 de abril de 2015

La lactancia materna prolongada aumenta el Cociente Intelectual a largo plazo

Como sabéis estoy suscrito a una revista de neurología dirigida a profesionales en la materia. Yo no soy neurólogo pero  en esta publicación aparecen, de vez en cuando,  contenidos muy relacionados con el amplio campo de la educación y el aprendizaje. Pues bien, bajo el título de esta entrada me encuentro con un interesante estudio que os remite en su literalidad:

"La lactancia materna prolongada mejora el rendimiento escolar, aumenta el cociente intelectual en el adulto y se relaciona con unos ingresos altos en el futuro, según una extensa muestra de miles de bebés brasileños.

El equipo analizó los datos de cerca de 6.000 bebés que nacieron en el año 1982 en el municipio brasileño de Pelotas. De ellos, 3.493 realizaron un test de inteligencia intelectual a los 30 años (Wechsler Adult Intelligence Scale, 3rd version). Los expertos dividieron a los participantes en cinco grupos, basándose en el tiempo en el que habían recibido la lactancia materna y controlaron diez variables sociales y biológicas que pueden contribuir al incremento del cociente intelectual, como ingresos familiares, nivel de escolarización de los padres, genética, edad de la madre y hábito tabáquico durante el embarazo, el peso del bebé y el tipo de parto.

El estudio muestra la primera evidencia de que la lactancia materna durante más de doce meses tiene un gran impacto en el desarrollo cognitivo, efectos que persisten también en la edad adulta. Un niño que reciba lactancia materna un mínimo de un año conseguirá a los 30 años un cociente intelectual mejor (diferencia de 3,76 puntos; IC 95% = 2,20-5,33) y tendrá más años de escolaridad (0,91 años más; IC 95% = 0,42-1,40) y un mejor salario en comparación con los que sólo reciban lactancia materna durante menos de un mes."

La lactancia es una forma de dar cariño al niño en sus primeros momentos de vida. Por eso encuentro relación entre este estudio y otra entrada publicada en este blog a la que puedes acceder pinchando aquí http://goo.gl/ve2MfL 

José Antonio de la Hoz