jueves, 28 de mayo de 2015

La brecha de género en la educación


Llega a mis manos otro interesante estudio con el título “La brecha de género en la educación”……. Podéis consultarlo en su integridad en el siguiente enlace https://goo.gl/4nAoqU . Yo recojo un resumen de las ideas que más me han llamado la atención:
  • En el periodo 1990-92 la tasa media bruta de matriculación en los estudios universitarios de españoles era la siguiente:
    • a.      Hombre: 0,36
    • b.      Mujer: 0,39
  • En el periodo 2011-12 la distancia entre las dos tasas varia, del siguiente modo:
    • a.      Hombre: 0,74
    • b.      Mujer: 0,91
  • Los estudios universitarios son los que pueden generar mayores recursos en el ámbito laboral.
  •  Por primera vez en la historia hay mayor número de mujeres que estudian, que trabajan – la tasa de participación laboral femenina es del 58% del total de la fuerza laboral -, y que, si quieren ejercer su maternidad, se van a enfrentar a un importante esfuerzo personal diario.
  • Por todo lo anterior la mujer tiene que conciliar vida familiar y laboral y el hombre debe corresponsabilizarse de las tareas del hogar (cocinar, cambiar pañales, etc)
  • Antes la mujer tendía a casarse con hombres que tenían la misma educación que ellas y el hombre buscaba mujeres con menos estudios. Hoy son cada vez más las mujeres que sostienen el hogar, porque tienen más estudios y aportan más recursos.
  • La mujer sufre una discriminación en los salarios por el hecho de ser quien engendra, antes y durante su maternidad.
  • En España cada vez más mujeres pueden estar retrasando la maternidad o no ejercerla, o ejercerla sin el varón – con todas las consecuencias negativas, que ya están llegando de estudios norteamericanos-, porque el mercado laboral no les permite conciliar vida familiar y laboral. Esto conlleva consecuencias negativas en la demografía, en las relaciones de pareja, y en el tiempo dedicado a la educación de los hijos.
  • Los hijos necesitan de la presencia física y psíquica del padre y de la madre. La sociedad y los poderes públicos deben facilitar la presencia de los dos en el hogar, sin obligarles a elegir entre trabajo o familia, entre carrera profesional o dedicación a la familia. En este sentido recuerdo una anécdota que se contaba de Lee Iacocca, un importante ejecutivo norteamericano del siglo pasado; decían de él, que prohibía a los directivos de sus empresas trabajar durante el fin de semana, porque era mucho más rentable una familia estable y bien atendida.
Termino con un trozo del discurso de Bryan Dison, presidente de Coca –Cola, al dejar el cargo en 1994:

“Imagina la vida como un malabarismo en el que estás jugando con cinco pelotas en el aire: Tu trabajo, tu familia, tu salud, tus amigos, y tu vida espiritual. Y tú las mantienes todas éstas en el  aire.
Pronto te darás cuenta que el Trabajo es como una pelota de goma. Si la dejas caer, rebotará y regresará. Pero las otras cuatro pelotas: Familia, Salud, Amigos y Espíritu son frágiles, como de cristal. Si dejas caer una de estas, irrevocablemente saldrá astillada, marcada, mellada, dañada e incluso rota. Nunca volverá a ser lo mismo”

José Antonio de la Hoz


jueves, 21 de mayo de 2015

La importancia del padre en la educación de los hijos


Cae en mis manos un informe de 2015, del Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia, que estudia “la importancia de la figura paterna en la educación de los hijos”, elaborado por María Calvo, profesora de la Universidad Carlos III e investigadora visitante de la Universidad de Harvard.  Os aconsejo su lectura completa porque yo voy a exponer las ideas que más me han llamado la atención, con todos los riesgos que ello comporta. Podéis acceder a él pinchando en http://www.thefamilywatch.org/act-9inf-es.php

Pues ahí va la selección de ideas, no sin antes remarcar que el informe está elaborado por una mujer:
  • “El gran énfasis que durante años se ha puesto en conseguir la emancipación de la mujer ha provocado un fenómeno colateral con el que nadie contaba: un oscurecimiento de lo masculino, cierta indiferencia, cuando no desprecio, hacia los varones y una inevitable relegación de éstos a un segundo plano. Esta situación, si bien puede ser lógica - han sido muchos los siglos de dominación masculina -, no debe ser ignorada o minusvalorada, pues una crisis del varón nos conduce - igual que si se tratase de la mujer - a una crisis de la sociedad entera”.
  • La función paterna ha sido devaluada. El modelo social dominante es la relación madre – hijo. El padre es prescindible o es aceptado en la medida en que es una segunda madre. Las madres exigen a los padres que atiendan a los hijos como lo hacen ellas.
  • La opción política y social  a favor de la mujer ha provocado una profunda crisis de la figura del padre, capaz de generar  un desequilibrio en la sociedad  muy grave a corto plazo si no se toman las medidas adecuadas.
  • Los estudios demuestran una serie de diferencias cualitativas entre los niños que han crecido con o sin padre. Los niños que se han beneficiado de la presencia de un padre interesado en su vida académica, emocional y personal, tienen mayores coeficientes intelectuales y mejor capacidad lingüística y cognitiva; son más sociables; tienen mayor autocontrol; sufren menos dificultades de comportamiento en la adolescencia; sacan mejores notas; son más líderes; tienen la autoestima más elevada; no suelen tener problemas con drogas o alcohol; desarrollan más empatía y sentimientos de compasión hacia los demás; y cuando se casan tienen matrimonios más estables
  • Actualmente, muchas familias sufren el denominado por los psicólogos “síndrome de la función paterna en fuga”: aunque el padre está presente físicamente no ejerce su papel. Por el contrario, prevalece un matriarcado social y educativo, que perjudica el correcto y equilibrado desarrollo de los hijos al favorecer personalidades individualistas y narcisistas, pues la madre y su función materna no es por lo general capaz de limitar los deseos de omnipotencia del niño.   Sufrimos actualmente lo que David Gutmann denomina la "desculturización de la paternidad", cuyo principal y más patente resultado es la fragmentación de la sociedad en individuos atomizados, aislados unos de otros, y extraños a las necesidades y bienestar que demanda la familia, la comunidad y la nación.
  • Son muchas las madres que recriminan a los padres por no educar  a los hijos como lo hacen ellas. Los hijos captan estas recriminaciones y pierden el respeto a los padres, a los que consideran inútiles y patosos en todo lo que tenga que ver con la educación y la crianza.  En este clima social el padre considera su autoridad como un lastre y su ejercicio le genera mala conciencia, por lo que intenta ir de “amigo” de su hijo en lugar de ejercer la función paterna que le corresponde.
  • Los padres de parejas separadas o divorciadas que solo ven a sus hijos algún fin de semana, acaban cambiando la relación padre-hijo por una relación de “colegas”. En lugar de ayudar con los deberes o formar en valores llevan a sus hijos de compras, al cine o a cenar. Los estudios demuestran que en muchos casos los padres divorciados poco a poco van perdiendo el contacto hasta que finalmente dejan de ver a sus hijos definitivamente..
  • Como afirma Savater: ―El padre que no quiere figurar sino como “el mejor amigo de sus hijos”, algo parecido a un arrugado compañero de juegos, sirve para poco...Y desde luego las instituciones públicas de la comunidad sufren una dura sobrecarga pues cuanto menos padres quieren ser los padres más paternalista se exige que sea el Estado”.
  • El padre, habiéndose ausentado, física o psíquicamente, no juega ya su papel de “separador” que es el que, precisamente, permite al niño diferenciarse de la madre, y se produce una insana mutua interdependencia. Así, es probable que en la adolescencia el niño utilice la violencia-transgresión para afirmar su propia existencia. Las madres no logran hacerse obedecer e incluso en ocasiones llegan a ser agredidas por un hijo al que no han puesto límites. El niño que ha tenido una relación excesivamente estrecha con su madre, acaba sintiéndose “devorado” por ésta, la ve como un impedimento a sus deseos de autoafirmación y masculinidad y suele reaccionar contra ella con desprecio y agresividad. Gurian advierte de la sólida relación estadística existente entre los niños problemáticos y violentos y los niños sin padre.
  • Los padres ejercen una importante influencia en el nacimiento y desarrollo de la capacidad de autocontrol en los hijos, que tiene posiblemente un papel importante en las adicciones (Stern, Northman & Van Slyk, 1984). De hecho el 50% de los toxicómanos en Francia y en Italia provienen de familias monoparentales (Olivier, 1994).
  • Según el sociólogo Peter Karl los niños que pasan más del 80% de su tiempo con mujeres, luego en la madurez no saben cómo actuar como hombres. El padre es el puente humano que une al hijo con la vida pública de compromiso y responsabilidad.
  • El psiquiatra infantil Muñoz Farias señala que “los niños criados sin padre generalmente sufren trastornos en la adolescencia, porque no encuentran una identidad. Hablamos de inseguridad, soledad y depresión,  que pueden plasmarse en el fracaso escolar, consumo de drogas y vagancia. En definitiva, no tienen la capacidad para controlar sus impulsos y no pueden autorregularse”. Los investigadores de la Universidad de Texas, Ronald y Jacqueline Angel, señalan que "El niño que crece sin padre presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus padres y de tener problemas con la ley. La falta de padre constituye un factor de riesgo para la salud mental del niño".

Antes de terminar hago alusión  a una selección de datos recogidos en el informe, referidos a EEUU dónde  llevan años investigando sobre  las consecuencias de la ausencia de la figura paterna en la sociedad:
  •  Los hijos sin padre tienen experiencias sexuales antes y en mayor medida.
  •  La proporción de abandono escolar y criminalidad es mayor.
  • Mayor incidencia de enfermedades mentales y suicidio.
  •  Mayor incidencia de problemas de identidad sexual y emocionales.
  • El 80% de adolescentes en hospitales psiquiátricos provienen de familias rotas.
  • Los niños criados sin padre son menos solidarios y empáticos y tienen menos capacidad intelectual.
  • El 43% de los chicos en prisión crecieron en hogares monoparentales.
  • El 72% de los que cometieron algún asesinato y el 60% de los que cometieron una violación crecieron sin padre.
  • Las alteraciones en el sueño, como terrores nocturnos y pesadillas, suelen aparecer entre uno y tres meses después de que el padre desaparece del hogar.
  • Son más agresivos, tienen menos autocontrol y escaso sentido de culpabilidad.
  • El 85% de los jóvenes con desórdenes de conducta provienen de familias sin padre.
  • Los chicos sin padre protagonizan el 71% del abandono escolar en secundaria.
  • El 70% de los chicos internados en reformatorios crecieron sin padre.
  • El 90% de los chicos que se van de casa son de familias sin padre.
  •  ……., etc.

Termino con dos fraseas, la primera de Santiago Ramón y Cajal “La mujer venera a sus padres; estima y a veces admira a su marido, pero solo adora verdaderamente a sus hijos”. La segunda es de Stendhal , “un hijo es un acreedor dado por la naturaleza, al padre y a la madre”


José Antonio de la hoz

martes, 12 de mayo de 2015

Como motivar a los hijos/alumnos para que mejoren su rendimiento académico


Para aprender algo se necesita PODER aprenderlo y QUERER  aprenderlo. Cualquier persona PUEDE aprender algo nuevo si tiene las capacidades, estrategias y destrezas necesarias. De las capacidades destaco un cierto nivel de fuerza de voluntad, el necesario para afrontar el esfuerzo requerido durante el tiempo oportuno. A  esto hay que añadir la intención, disposición y motivación, es decir, QUERER aprender. Entre el “querer” y el “poder” hay relaciones. Por ejemplo, la falta de conocimientos sobre cómo y cuándo aprender –estrategias y destrezas-, puede llevar a la apatía y el abandono. Un niño que sepa cuándo y cómo estudiar parte con ventaja para obtener buenos resultados académicos y, con estos, más motivación para mantener el esfuerzo de aprender.

Llegados a este punto cabe hacerse la siguiente pregunta: para que un estudiante alcance un rendimiento aceptable o excelente, ¿basta con la motivación y el manejo de estrategias y destrezas?. Recuerdo la respuesta que nos dio el profesor Gerardo Castillo, a un grupo de docentes, en una sesión de reciclaje: LA MOTIVACIÓN debe ir acompañada  de FUERZA DE VOLUNTAD. Al final, hasta para pasarlo bien, hay que vencer la desgana. La voluntad se entrena en pequeños vencimientos del día a día, en cosas ordinarias. Ahí vamos creando el listón mental de lo que creemos que somos capaces de hacer.

Cuando hablamos de motivación en el estudiante, nos referimos a mecanismos y procesos que le llevan a aprender y estudiar, pudiendo hacer otras cosas, quizás menos exigentes y más atractivas, al menos a corto plazo . Aquí entran en juego tres aspectos:
  1. Qué sentido tiene para cada individuo la tarea de aprender. Se encuentra en la respuesta a preguntas como ¿por qué y para qué dedico tiempo a aprender, estudiar, esforzarme…? A modo de ejemplo, un compañero mío se encontró con un antiguo alumno - después de años sin noticias suyas-, que solía tener bajas calificaciones,. Le preguntó que cómo le iba y este le dijo que estaba terminando la carrera, con buenas calificaciones. El cambio – le dijo-, se produjo después de la enésima bronca de su padre al no levantarse por la mañana. Se puso a pensar y vio que no era sostenible recibir uno o varios rapapolvos diarios, el resto de su vida, por su falta de responsabilidad. Este era para él, el sentido inmediato para ponerse a estudiar, aunque luego descubriese otros de más calidad.
  2. Expectativas de éxito en la tarea de aprender. Cuando nos enfrentamos a una tarea, todos nos preguntamos si somos capaces de realizarla y la respuesta que nos demos  a nosotros mismos condicionará nuestra dedicación a ella. Pues lo mismo le ocurre a un estudiante.
  3. Es difícil mantener el esfuerzo en una tarea que nos hace sentirnos mal, en la que no encontramos satisfacción alguna. Hay un parte emocional, en un sentido u otro, en el esfuerzo de aprender.
Después de esta introducción teórica, me centro en aspectos prácticos a trabajar con los estudiantes, con la salvedad de que cada edad tiene sus condicionamientos que nos obligan a adaptar cualquier consejo general sobre este u otros temas. Además, la edad no es el único factor de interacciona con la motivación del estudiante. Dicho esto voy a los consejos:
  • Respecto a los motivos para estudiar:
    • Para un niño de primaria, secundaria e incluso de bachillerato, los argumentos basados en el futuro tienen poca influencia. Para ellos una semana es una eternidad luego decirles que tienen que preparar su futuro tiene una eficacia limitada. Para ellos el tiempo pasa muy despacio y la madurez es algo muy lejano. Hay que darles esos argumentos pero siendo conscientes de su limitada eficacia.
    • Son más sensibles a argumentos basados en valores como la justicia (responder al esfuerzo económico que hacen los padres), la responsabilidad (ser personas fiables en las que se puede descargar una responsabilidad), la libertad (es más libre y menos dependiente el que más sabe), curiosidad intelectual (conocer el por qué de las cosas), aceptación social (se le tiene más respeto a la persona trabajadora), etc.
    • Los padres deben cultivar en sus hijos, desde pequeños, la motivación intrínseca, que es aquella que no se basa en estímulos externos. Desde pequeños deben ayudar a sus hijos a disponer de una voluntad fuerte que les lleve a una experiencia cotidiana más de éxitos que de fracasos, que les ayude a saborear los efectos positivos de una autoestima alta y a disfrutar de unos hábitos operativos que los encaminen a la excelencia.
    • Es difícil que nuestros hijos tengan experiencia de éxitos si se lo damos todo hecho o exigimos en demasiadas cosas. Hay que exigir todos los días en pocas cosas, pero importantes para su edad, con constancia y persiguiendo que emerjan en su personalidad competencias concretas. La vida es un reto permanente y nuestros hijos han de tener retos todos los días, pocos pero importantes para su desarrollo.
    • En los motivos de un niño para esforzarse influye la actitud y aptitud de sus adultos significativos -el ejemplo-, principalmente de los padres. También influyen los profesores, hermanos mayores, parientes cercanos, etc.
  • Respecto a las expectativas de éxito , cada vez que un estudiante se enfrenta a una asignatura, a un exámen, a un ejercicio, a una clase…se plantea si va a ser capaz de rendir al nivel que le piden los profesores, sus padres y la sociedad, entre otros. Si lo ve imposible es probable que no ponga ningún esfuerzo. Para que esto no ocurra aconsejo tener en cuenta lo siguiente:
    • El primer suspenso de un hijo es el momento para buscar las causas y las soluciones, sobre todo si se da en asignaturas instrumentales, llamadas así porque su manejo es indispensable para rendir adecuadamente en el resto de asignaturas. Hablamos de matemáticas y de lengua. No actuar tiene como consecuencia que el niño entre en un círculo de fracaso que condicionará sus expectativas de éxito y, por tanto, su rendimiento presente y futuro.
    • El autoconcepto del estudiante influye en su rendimiento y en las expectativas sobre lo que puede o no hacer. Se construye analizando, valorando e integrando la información sobre la propia experiencia – construida con éxitos y fracasos – y la recibida de las personas significativas e importantes, como son los padres, los profesores y los compañeros de estudio, entre otros. Esta información constituye una importante base de conocimiento acerca de nuestras capacidades, logros, preferencias, valores, metas, etc. Por este motivo es importante:
      • Que los padres ayuden a sus hijos a obtener pequeños éxitos, cada día, en sus tareas cotidianas, ayudándole a adquirir las destrezas y conocimientos necesarios para conseguirlo. Ponerles metas asequibles pero difíciles.
      • Si les damos a los hijos todo hecho,  difícilmente tendrán una adecuada experiencia de éxito y su autoconcepto será pobre, incidiendo en su futuro rendimiento académico. Algo parecido ocurre si les exigimos en demasiadas cosas cada día. Es mejor exigir en pocas cosas pero importantes para su edad y personalidad en construcción.
      • Es imprescindible que desde pequeños no juzguemos a nuestros hijos de forma humillante, con expresiones del tipo “eres tonto”, “eres malo”, “eres un inútil”. Si estos juicios son habituales condicionarán su autoconcepto e influirán en su rendimiento presente y futuro.
    • Tenemos   que    familiarizar    a    nuestros    hijos,  desde pequeños,   con   los comportamientos   y actitudes necesarios para tener expectativas y metas elevadas, que  son, entre  otros, los  siguientes:
      • Voluntad   férrea   construida   con   la   suma   de  pequeños esfuerzos cotidianos   y   con   la  limitación racional de los caprichos. En el fondo de muchos   problemas motivacionales encontramos que la persona cree que no puede, que  no  es  capaz (Beltrán, 1998). Una voluntad fuerte ayuda a percibir   nuestra    vida    como    una    realidad  predecible, controlable y manejable.
      • Familiarizarlos con  los horarios: para comer, para dormir, para jugar, para ver la televisión, para realizar pequeñas tareas en casa, etc. De esta forma aumentaremos su capacidad de autorregulación y autocontrol.
      • El   orden   les   ayuda a ser más eficaces. Hay que darles criterios que les ayuden   a  jerarquizar las tareas. Hay que enseñarles a ordenar las cosas materiales.
  • Respecto al aspecto emocional del aprendizaje:
    • El   profesor   debe   adaptarse a los alumnos y no a la inversa. Al igual que hay alumnos   que   se han enamorado de una asignatura gracias al profesor que la impartía, también   puede   ocurrir   justo  lo contrario. Como dice Weiner (1974, 1986), “..el   comportamiento   no  solo depende de los pensamientos. También influyen los sentimientos”.
    • Siguiendo a Pozo y Monereo, “…en la escuela se enseñan contenidos del siglo XIX, con profesores del siglo XX a alumnos del siglo XXI"
    • Una buena integración del alumno con los compañeros, profesores e ideario del colegio, también incide en la motivación del estudiante. El entorno ayuda – o no -  a sentirse a gusto mientras se afronta la tarea de aprender.
    • Los   alumnos   estarán más motivados si se sienten competentes en la materia que   se   les   intenta   enseñar.  Cuantos  menos rezagados haya en una clase respecto   a   una   asignatura,   mejor valorado será el profesor, mejor clima de trabajo, mayor   motivación, mayor   rendimiento   colectivo e individual y menor conflictividad.
    • Volviendo al desfase curricular. Si los padres no actúan ante el primer suspenso o   descenso   sensible   de   notas,   corren el peligro de que su hijo entre en un círculo   vicioso  que alimente la desmotivación.  Siguiendo a González y Touron (1992), “en   situaciones   de   fracaso, la   percepción  de control es vital a nivel motivacional”. Cuando   un   estudiante   percibe   que  no tiene control sobre su fracaso –ej: cree que no tiene capacidad-, pierde la motivación.
    • Para   proteger   la propia imagen el estudiante suele atribuir los éxitos a causas internas (capacidad y esfuerzo) y los fracasos a causas externas (dificultad de la tarea o suerte). , lo   ideal   es   atribuir   tanto   éxitos como fracasos al esfuerzo (causa interna,   inestable   y   controlable)   y al uso adecuado o inadecuado de estrategias de aprendizaje.

Por último, siguiendo a Jose Carlos Núñez, profesor de la Universidad de Oviedo “la falta de motivación tiene también otros determinantes más allá de los factores vinculados al enseñante y al aprendiz. Se trata de factores que están situados a otro nivel, probablemente más fáciles de enumerar pero mucho más complejos a la hora de intentar actuar sobre ellos. Nos referimos a determinantes de tipo cultural, relacionados con cambios profundos que se han producido en nuestra sociedad en los últimos años y que tienen que ver con la forma de vida, las relaciones familiares, las nuevas tecnologías, los valores predominantes, las relaciones interpersonales, etc. Estos factores de naturaleza sociocultural añaden una nueva dimensión a la forma de abordar la falta de motivación de los estudiantes, lo cual nos introduce ante un nuevo problema motivacional distinto a los anteriores".


Termino, como siempre, con una reflexión. En este caso de StipekCreer que se puede triunfar influye más en los esfuerzos que poder triunfar realmente”

José Antonio de la Hoz