El hombre de cada época vive y al vivir deja
huella, crea costumbres y usos sociales, formas de hacer y de organizarse y
estructuras que constituyen su marco de convivencia con sus semejantes en el
barrio, en la ciudad, en el país o en la región. Pero es obvio que esto no se
hace entre todos por igual, hay unos que influyen más que otros. Esto está claro desde que el hombre es hombre e incluso desde antes. También queda claro, en nuestros días, en los países con
regímenes totalitarios, pero no es tan obvio- al menos para el gran público- en
los modernos sistemas democráticos, donde parece que casi todo lo importante es
elegido por la mayoría. Yo defiendo que a veces vamos, sin
ser plenamente conscientes, por los caminos que quieren otros a
los que no conocemos.
Se conocen perfectamente los mecanismos que influyen en el comportamiento individual y social del hombre.
Basta con estudiar algo de campos del conocimiento como la psicología social
que investiga la influencia del ambiente en el hombre, o de la
sociología, que se ocupa del estudio sistemático del comportamiento social y
de los grupos humanos o, dicho de otra forma, de cómo influye en la sociedad la
televisión, Internet, la prensa escrita, los grupos de presión,…entre otros
aspectos. También podemos leer algo sobre marketing, que se encarga de
enseñarnos el comportamiento del hombre como consumidor: que sorpresa me llevé
cuando me enteré de que los carritos de los supermercados están echos para
desviarse hacia la izquierda y dejar la mano derecha libre para coger artículos
del expositor o de que los artículos de primera necesidad están siempre al
final de todas las grandes superficies
comerciales, para que andemos por el recinto y
compremos más.
Para bien o para mal se sabe cómo actúa el hombre. Se sabe que teclas tocar para cambiar su forma de pensar, quizás en
beneficio de intereses sociales o políticos inconfesables, de unos pocos. No deja de llamarme
la atención observar los cambios en la opinión pública española desde los años
80 hasta hoy. Algunos para bien, pero ¿otros?. A título de ejemplo:
- ¿Es objetivamente positivo el aumento del consumo de alcohol entre los adolescentes?
- ¿No se puede encontrar ninguna causa que justifique el progresivo aumento, en los últimos años, de las agresiones de hijos a padres?
- ¿Hay valores sociales que justifiquen el aumento de población con sobrepeso?
- ¿Qué interés general justifica que toda una vicepresidenta del congreso se dedique a jugar con su Tablet en plena intervención del Presidente del Gobierno?
- ¿A qué obedece un clima de corrupción elevado en representantes e instituciones públicas?
- ¿Es normal un nivel de fracaso escolar por encima del 30%?
- ¿Es el aborto una experiencia agradable para los padres de una menor? ¿Es normal que se acepte sin más la posibilidad de decidir sobre la vida de un igual en proceso de maduración?
- ¿Es constructivo y sano que los medios de comunicación jueguen con lo extraordinario, sucio, amoral,…para conseguir mayor audiencia y, con ello, mayores ingresos, a costa de una sociedad menos sana?
Es indudable que podría crearse una lista de aspectos positivos, como la anterior o más amplia, como también lo es la percepción generalizada de que esta sociedad no va bien, en términos globales.
Decía McClelland
que hay tres necesidades que nos mueven a hacer cosas: la necesidad de logro,
la de afiliación y la de poder. Esta última es la causante de que intentemos
cambiar la realidad que nos rodea; tenemos cierta tendencia a intentar que se amolde a nuestra forma de pensar, a nuestros principios, a nuestros intereses.
Logro, afiliación y poder son tres motivaciones que se dan en todo ser humano, aunque con distinta intensidad. No es malo intentar cambiar la sociedad, siempre que se haga desde principios, objetivos o metas saludables por quienes ostentan el poder, que tengan que ver con el interés general o el bien común y respetando la decisión de la mayoría, correctamente construida.
Logro, afiliación y poder son tres motivaciones que se dan en todo ser humano, aunque con distinta intensidad. No es malo intentar cambiar la sociedad, siempre que se haga desde principios, objetivos o metas saludables por quienes ostentan el poder, que tengan que ver con el interés general o el bien común y respetando la decisión de la mayoría, correctamente construida.
Es otra realidad que si no somos coherentes con nuestros
principios nos buscamos otros que justifiquen nuestra forma de actuar. Por eso
hay que ser muy exigentes con quien ejerce el poder, con quien tiene capacidad
de transformar la realidad, influyendo en la vida de millones de seres humanos. Nuestra tendencia natural nos lleva a una zona de confort con poca exigencia personal y con cierta inclinación a sacrificar principios y normas.
En la historia de la humanidad hay grandes logros y
avances, también enormes errores que normalmente no eran percibidos como tales
en la sociedad de la época en que se produjeron y que posteriormente
fueron admitidos y superados pero también repetidos. Errores que en algunos casos costaron muchas vidas humanas. Basta, repito, con echar un vistazo
a la historia.
Hace unos años alguien decía que iba a dejar a España irreconocible y, pasado el tiempo, hemos comprobado que así ha sido.
Cabe preguntarse que ¿por qué estaba tan seguro? ¿todo el mundo estaba dispuesto
a seguirlo sin discusión por la bondad de sus propuestas?. Esto es una
confirmación real y práctica de que la sociedad la configuran unos pocos, haciendo creer a la masa que es ella quien decide.
No es difícil convencer al gran público de la bondad de
las ofertas de un grupo de poder. Basta con tener los medios y dominar las
técnicas de manejo de la opinión pública. De esta forma podemos hablar de
técnicas de ingeniería social como
aquellas que permiten ejercer influencia y dirigir el pensamiento y la
acción de un individuo o un grupo. Su uso es tan antiguo como el hombre, tiene
una larga tradición en política, diplomacia e inteligencia, aunque su estudio
sistemático corre paralelo al desarrollo de la psicología.
Los ingenieros sociales apoyan su eficacia
en el MIEDO, LA CONFIANZA, LA IGNORANCIA Y LA INGENUIDAD del ser humano. También en la falta de organización y de medios del individuo
aislado para defender sus intereses y de la dificultad y la falta de medios
para competir con las sociedades, asociaciones y partidos políticos ya
constituidos, con considerables medios económicos y con propuestas ya cerradas y elaboradas por ellos mismos. Así, el
individuo como tal, sin organización, está huérfano socialmente hablando,
aunque haya muchos que en silencio piensen como él.
Para los ingenieros sociales son vitales los medios de comunicación porque crean
opinión. Por eso hay duras batallas por su control. Basta con echar un
vistazo a la infografía que aparece
en http://goo.gl/SH0mBX, y preguntarse por los intereses que hay detrás de cada inversor, sin descartar buenos
principios.
Como este blog va de educación no quiero pasar por alto
que hay padres aceptando propuestas sobre lo que deben o no hacer con sus
hijos, sobre lo que deben o no permitir a sus hijos, sobre lo que deben o no
potenciar y enseñar a sus hijos que tienen su origen en la presión planificada e interesada de grupos de opinión. El
problema es que a veces las consecuencias en la vida de sus hijos son
irreparables: hace poco unos progenitores comentaban en una escuela de
padres que su hija había perdido para siempre la posibilidad de engendrar por
las complicaciones derivadas de un herpes genital. Su hija, siguiendo los
consejos de sus padres, "usaba siempre preservativos".
Hace un tiempo asistí a una conferencia de Rosa María Calaf, antigua corresponsal de RTVE para Asia –
pacífico y reputada periodista. Los más viejos se acordarán de ella por el
color rojizo de su pelo acompañado de un mechón blanco. Me pareció una
periodista a la antigua usanza, preocupada por la verdad contrastada. Como
profesional de la información nos explicó algunas formas de manipular, que
recojo a continuación:
- No se cuenta todo lo que
se tiene que contar. Ejemplo, los preservativos tienen poros más grandes que el tamaño de determinados virus.
- El silencio sobre
una realidad para evitar una opinión pública contraria a ella. Lo que no
aparece en los medios de comunicación no existe. El no dejar saber es una
forma de “dominar” que se ha aplicado siempre, pero en la actualidad se
han sofisticado estas y otras técnicas. Ejemplo: algunos líderes convocan debates al mismo tiempo que grandes eventos deportivos, a sabiendas. Otro ejemplo: una escándalo tapa a otro
- No se quiere una sociedad de ciudadanos que piensen.
Solo se busca una sociedad de ciudadanos que consuman ideas
y productos, en beneficio de unos pocos.
- Internet no es un “absoluto”. Si
queremos curarnos de una enfermedad no vamos a Internet, vamos a un médico
experto. En Internet hay mucha información y no toda es buena.
- Se ha diseñado una estrategia para que los medios de
comunicación pierdan su calidad y con ella su credibilidad. De esta forma
no podrán ejercer su función de control a los poderes reales. Por este
motivo encontramos a la televisión, radio, prensa escrita…, sesgada y alineada
con una determinada opción. Así, los que realmente mandan, evitan que se
les controle. Unos medios neutralizan a los otros y, en el proceso, al alinearse, pierdan la confianza de un porcentaje de la población.
- Por lo anterior, los medios
convencionales ya no sirven a la sociedad sino que se sirven de ella. A quien si
sirven es al poder económico, político, grupos de presión, etc.
- Cada vez que recibimos un mensaje tenemos que
preguntarnos QUIEN NOS ENVÍA EL MENSAJE, por qué nos lo envía, para qué
nos lo envía, porqué en ese momento, …esto es ser un DESTINATARIO
RESPONSABLE DE LA INFORMACIÓN y hay que enseñarlo desde pequeños a
nuestros hijos.
- Si solo comemos porquería tendremos
un cuerpo enfermo, y si solo tragamos porquería informativa o lúdica tendremos
un cuerpo social enfermo y debilitado.
Por todo lo anterior, la periodista afirma que “hay que hacerse muchas
preguntas para tener el control de la propia vida". Si
no nos hacemos preguntas alguien va a pensar y decidir por nosotros”.
Por extensión, hay que enseñar a pensar a nuestros
hijos, invitándolos a hacerse muchas preguntas, hablando con ellos como
lo hace un padre o una madre, de forma desinteresada, motivándolos para que no
acepten sin más todas las propuestas que les llegan. Esto implica:
- Dedicarles tiempo y oír alguna vez la música que
oyen ellos, analizar las letras y comentarlas.
- Jugar de vez en cuando con ellos a los
videojuegos y analizar después las imágenes que han visto.
- Comentar juntos las noticias que salen en el
telediario, en la radio y en la prensa escrita.
- Favorecer su sinceridad no llevándonos las manos a la
cabeza cuando nos cuentan lo que hacen con sus amigos o lo que ven en
ellos …
- Que vean en nosotros un modelo de persona
asequible e imitable por su prestigio, que no suele estar en grandes
logros materiales sino en los valores que transmitimos, esos que nos
agradan a todos cuando los vemos en otros y que nos llevan a considerar
que realmente hay personas que merecen la pena y que la humanidad tiene
futuro.
- Ver que rectificamos y pedimos perdón cuando nos
equivocamos, con naturalidad y sencillez, y que seguimos adelante.
- Aceptamos sus elecciones maduras, aunque no coincidían
con lo que nosotros esperábamos.
Termino, como siempre, con una reflexión y una frase .
La reflexión es de Nicholas Carr, que fue editor
ejecutivo de la Harvard Business Review y miembro del consejo editorial de la
Enciclopedia Británica :
“Lo que la Red fomenta son rápidos cambios de
atención, rápidos vistazos entre la abundancia de información y mensajes
disponibles; y a la vez disuade del pensamiento concentrado y contemplativo.
Estamos tan ocupados buscando e intercambiando informaciones, que tenemos muy pocas
oportunidades de estar a solas con nuestros pensamientos, de pensar en
profundidad en ideas individuales, en hilos de ideas, en historias o en
experiencias”
La frase es de Noam Chomsky, profesor emérito del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT). No estoy de acuerdo con todo que dice,
pero con esto si:
"La propaganda es a la democracia lo que la
coerción a un estado totalitario"
José Antonio de la Hoz